jueves, 18 de abril de 2019

Poder


Escucho un silbido detrás de mí. Con esa molesta entonación que le suelen dar los hombres, un silbido en dos partes, con una pausa entremedio, casi como si quisieran darte el alivio de que van a detenerse, para luego seguir con el resto. Fiu-fiuuu. La segunda parte es más larga. Como para castigarte por haber creído que esa pausa significaba una detención.
Al día de hoy ya no es traumático. Es solo incómodo. Lamentablemente, una se acostumbra a todo. La primera vez que me pasó fue aterradora. Tenía 12 años, estaba en un pueblo cercano a mi ciudad de vacaciones, y pasé frente a una casa en construcción. No recuerdo qué me gritaron, sólo sé que lo hicieron. Algo sobre mi cuerpo, seguramente, gritos grotescos mezclados con silbidos, formándose una masa inentendible de sonidos puesto que eran varios trabajadores haciendo lo mismo. Salí corriendo. Me puse a llorar. Lo que tengo más marcado es mi primer pensamiento; “¿por qué esto me hace sentir así, si es lo normal, lo que le pasa a todas las mujeres?”. Lo pienso y es escalofriante que, con 12 años, ignoré mis sentimientos de incomodidad y justifiqué la situación diciéndome que era normal que me acosaran, pues era mujer.
Han pasado 9 años, el acoso sigue, pero mi normalización de este no. Hoy grito, insulto, tiro garabatos, lo que sea necesario para enfrentarme mínimamente a sus palabras sucias, a esos silbidos invasores, esas gesticulaciones enfermizas hacia mi cuerpo. Y si veo que lo hacen con otra mujer, hago lo mismo. He decidido decir basta.
El nivel de machismo de una práctica tan cotidiana como el acoso callejero ralla límites irreales. Es un ejercicio de poder extremadamente explícito y chocante dado lo naturalizado que está, un ejemplo excelente de la cosificación hacia las mujeres; para los acosadores, no somos sujetas dignas de respeto, sino objetos a su disposición sobre los cuales tienen derecho a opinar, y no sólo esto; hacerlo de forma invasiva, grosera y descarada, sin una mínima consideración a nuestra existencia, comodidad e individualidad. 
Muchas veces, nosotras mismas también nos negamos. Cuando justificamos estas actitudes, como yo, a los 12 años, negándome como sujeta, pues para mi mente infantil, educada con estereotipos machistas, sexistas y misóginos, mi angustia era injustificada; mi papel de mujer era ese, y lo sería siempre. Hoy, gracias al feminismo, en vez de negarme, me reafirmo. Existo, me manifiesto, nos manifestamos. No sólo yo dije basta; muchas lo estamos haciendo, y cada vez seremos más.

jueves, 20 de septiembre de 2018

Violeta Mon


Cuando pololeaba escuchaba Run run se fue pal norte como con pena. Como sabiendo que si un día él se iba esa canción me haría llorar. Aunque en vez de norte, sería sur. Él se fue pal sur y yo me quedé en el norte. No fue así, fue al revés. Yo me fui. Pero la canción sigue recordándome ese miedo. Esa pena contenida por algo que no había pasado (ni que pasaría) pero que de solo pensarlo se me oprimía el pecho de desesperación, del miedo, como un nudo en la garganta invisible, como una advertencia de lo que venía. Si se siente así de mal temerlo, imagínate vivirlo, me decía a mí misma a veces.

Ya lo había mencionado; odio ser tan autorreferente para escribir.

Pillé un libro sobre filósofas. Es gracioso que existan tantos libros especificando que se trata sobre mujeres. "Mujeres matemáticas", "mujeres poderosas", "mujeres filósofas". No se hace lo mismo cuando se trata de hombres. Porque el masculino se ha tomado como sinónimo de humanidad desde siempre; no es necesario especificar que se trata de ellos. Nosotras somos el otro. La otra, en este caso (¿no es chistoso y ridículo que todo lo "neutro" se hable en masculino? Cuando, como mujeres,  hablamos usando el "uno" -"cuando uno sale de la casa cierra con llave"- no decimos "una". Porque no es neutro. Lo vuelve femenino. Y lo femenino no es neutral; lo masculino lo es. Hasta refiriéndonos a una generalización que parte desde un yo femenino, nos volcamos al masculino). Es increíble como, a lo largo de la historia de la humanidad, las mujeres hemos terminado siendo una minoría, una tergiversación de lo neutral masculino para cada época en que hemos vivido. Una minoría que increíblemente constituye más de la mitad de la población humana mundial.

Si bien siempre he defendido el feminismo y a la mujer por sentido común, tan solo hace unos años he hecho la relación numérica y lógica que menos sentido tiene y a la vez más dice; las mujeres somos más de la mitad de la población mundial. Nunca hemos sido una fracción de la cantidad de hombres o algo así; somos, numéricamente, equivalentes. Y aún así apenas existimos en ámbitos "formales"; en la historia, el arte, literatura, filosofía, ciencia, parecemos no figurar (y digo parecemos porque no es correcto decir que no existimos; siempre estuvimos ahí, seguimos estando, pero no fuimos reconocidas, valoradas, por el contrario, sufrimos una brava invisibilización, he aquí la causa de esta aparente ausencia). No sería tan intrigante de no ser porque no es algo propio de una época específica; es algo mantenido en toda la historia de la humanidad. No se debe al azar. Tamaña ausencia no es producto del azar.

No es que no existiéramos. Existíamos. Pero no nos estaba permitido hacerlo.

1.41 am. Mañana tengo que empezar a estudiar semiología. O sea, hoy.

Se me está yendo la onda, así que escribiré lo que quería antes de rendirme e irme a acostar; se mezclaron dos cosas lindas entre ayer y hoy. Ayer vi un documental estando volada, sobre las cosas que no logramos ver, sea porque son muy lentas, muy rápidas, muy pequeñas, porque están fuera de nuestro rango de luz visible. Me enteré de que los mosquitos logran "ver" la temperatura, y por ello logran picar en áreas bien irrigadas de la piel, por ejemplo. Lo que más me chocó (no sé por qué tanto, si en física me pasaron esa materia, técnicamente la sabía, onda, la imagen estaba en mi cabeza, pero no había logrado integrarla) es darme cuenta de que los colores, parte del rango de luz visible, son ondas parte de un espectro en el cual también están las ondas ultravioleta, rayos X, infrarrojo, entre otros. O sea; los colores, o más bien, las ondas reflejadas en una determinada frecuencia, son iguales a los otros tipos de ondas no visibles por nosotros; no son distintos tipos de ondas; es decir, claro que sí, pero no es que tengan un carácter totalmente separado. No es que la onda del espectro visible sea 1 y la ultravioleta sea &; la onda visible sería 5 y la ultravioleta 70, es decir, están en un mismo código ¿? No son elementos separados, ajenos entre sí; son un continuo. Podría decirse que si fuésemos capaces de ver más allá del rango de luz visible, podríamos observar ondas ultravioletas, rayos X, etc., que, quizá, llegarían a nuestros ojos con otros colores.

Todo esto debí entenderlo de antes porque literalmente en todos los libros de física aparece una imagen muy explicativa del tema xd

Y recuerdo haberlo estudiado, memorizado, leído muchas veces, pero mi entendimiento total, la integración de todo en un macro-concepto, sólo lo logré ayer. Tal vez fue por la droga. O tal vez porque el documental explicaba mejor que mi profesor de física.

Al notar de esto, me di cuenta de que las cosas no son (solo) lo que vemos. Intrínsecamente, nada es de un color u otro, o de una forma u otra, o tiene cierta característica: las cosas no son, porque eso le daría un carácter de definición absoluta. Las cosas no "son" como las captamos (al menos, no totalmente); nuestros sentidos nos permiten construirlas de la forma en la que las conocemos, así existen para nosotros, así las definimos y así nos comunicamos, utilizando el concepto humano que le hemos atribuido a algo según la información que nuestros sentidos han interpretado. Pero no son así en modo alguno; lo que nosotros apreciamos de algo (un objeto, en este caso) es totalmente parcial. Groseramente parcial e incompleto respecto a la entidad total de ese objeto. 

Y es aquí donde (re)introduzco la segunda cosa linda que me pasó; leyendo el libro de filósofas, mencionan la metafísica (me encanta que se llame así simplemente porque en la repisa de Aristóteles, había un libro de física,y luego de ese libro había otro sobre estas hueás místicas y más allá de lo terrenal; por eso se llama metafísica, "aquello que en el estante está después de la física" xdxd), la búsqueda del ser, de la esencia de las cosas. Las causas primeras. Es algo tan inicial, una forma de filosofar tan pura, que muchas veces puede subestimarse, equivocarnos pensando que a estas alturas, en que el avance de la ciencia y tecnología son tales, la metafísica trata de cuestiones mayormente resueltas (o al menos me tiende a pasar así a veces). Y nada más lejano de la realidad (que chistoso mencionar la realidad hablando de metafísica eS TAN CONTRADICTORIO). A más sabemos, a más información y respuestas del mundo sensible obtenemos, menos tenemos del mundo más allá de los sentidos. Sabemos de los átomos, de las propiedades de la materia, de las ondas, los fotones, y una cantidad de conocimiento que escapa de lo que yo domino o siquiera he oído nombrar. Pero todo esto es captado por los sentidos, lo que ya establece un sesgo, una interpretación humana. No es que lo que captemos sea -necesariamente- errado o falso, pero es humano. Cae en una forma de codificación propia de nuestra especie, de nuestros circuitos nerviosos, de nuestra forma de almacenar e interpretar la información que el medio nos aporta. ¿Qué hay detrás de eso? Gráficamente; cómo se ve una taza más allá de nuestro rango de visión, más allá de ese espacio de luz visible. Qué es una taza si lo que nosotros logramos observar de ella es solo un porcentaje pequeñísimo de toda la amplitud de ondas que son capaces de impactar contra esa taza. ¿Cómo vamos a definir algo basándonos en nuestro rango de visión que abarca menos de un cuarto de todo el rango de ondas existentes? Sí, ahora la tecnología nos permite captar otro rango de ondas, por ejemplo las radiografías, o qué sé yo cuántas cosas más. Pero no solo hablo de las ondas; hay un universo (literalmente) que escapa a nuestro conocimiento, a nuestro entendimiento o siquiera a nuestra capacidad de percibirlo. Porque la humanidad no es objetiva; nuestros sentidos no son objetivos. Claro, por eso hemos creado instrumentos que los reemplacen. Pero mi inquietud va más allá; esos instrumentos siguen siendo humanos. Tienen parámetros humanos. Representaciones humanas. 

El punto es que por fin entendí. Por fin comprendí por qué los griegos le daban una y otra vez vueltas al logos, a la esencia, al "ser", a la "sustancia", al mundo sensible y el de las ideas. No lo había logrado graficar mentalmente. Con las ondas lo entendí. Cuando supe que el mosquito pica porque su visión se basa en el rango de temperaturas lo entendí totalmente; ¿qué preponderancia tiene la visión humana respecto a la de un mosquito?¿por qué es más válida u objetiva nuestra visión que la de ciertos animales que ven otro rango de colores?¿por qué insistimos en formarnos parámetros para medir variables y elementos que se nos escapan de nuestras manos de lo multidimensionales y complejas que son?

Supongo que por la misma razón por la que yo estoy escribiendo todo esto.



miércoles, 28 de febrero de 2018

La noche que yo quiero la pasaba yo en tus ojos

Puse ese título porque puse en aleatorio a Miguel Bosé y la canción que salió dijo esa frase. Y es linda. La canción está penca si, pero le voy a dar una oportunidad.

No. La cambié. Puse Mantarraya.

Me molesta mucho ser tan autorreferente para escribir. Es como que tomo un lápiz, o inicio la escritura en el computador, e inmediatamente me vuelco hacia mí. Me pasa esto, me da susto tal, me da pena tal cosa, hice esto. Yo, yo, yo. He intentado escribir sobre temas; hablar de algo que, finalmente, yo estoy pensando, pero explicarlo sin tanta parafernalia mía. Evitar los verbos en primera persona. Y si eso ya me es difícil, escribir en tercera persona es algo que jamás hago. Porque ¿qué voy a decir?¿inventar algo, supongo? Me confunde.

Cuando niña escribía mucho en ese estilo. Me gustaba inventar historias. Una de mis metas era (quizás aún lo sea, pero ya no la veo tan posible) escribir un libro. Inicié decenas de historias. Algunas avanzaron bastante, hasta 40 hojas. Escribí sobre una chica famosa que huía de su casa, de una genio en una lámpara, de personas que vivían en base a ciertos colores o se des-energizaban. Y muchas otras que a veces encuentro ordenando mi pieza, y me sorprende haber tenido tales ocurrencias. También escribía en diarios de vida. De esos si que escribí montones; llené cuadernos. Lo dejé de lado muchos años, y actualmente estoy tratando de volver a ellos.

Recuerdo que ni siquiera contaba todo lo que quería en el diario. Nunca conté si me gustaba un niño, por ejemplo. Para mí siempre fue un tema complicado que me gustara alguien más. Eran mis mejor guardados secretos; ni mis amigas, ni mis papás, ni mis escritos sabían si me atraía alguien. Es más; ni yo misma muchas veces lo aceptaba. Yo sabía que me gustaba, era una seguridad que estaba ahí, en algún rinconcito de mi mente, y que se manifestaba cuando el chico en cuestión me hablaba y mi estómago se revolvía, pero no era algo en que yo pensara. Si me gustaba, okay, esperemos a que se me pase. Ahora lo pienso y me pregunto qué me llevó a tener esa actitud hacia aquellos temas. Para mí era innombrable aceptar que me gustaba alguien. Mi cabeza estaba en negación constante hacia ese sentimiento tan natural. ¡Y en mis diarios de vida no les nombraba siquiera!¿Quién más que yo leía eso, por qué no podía siquiera expresarlo ahí?

Como sea.

¿El enamoramiento es algo común o de difícil ocurrencia? He escuchado las dos posturas. Quienes afirman que pasa constantemente; enamorarse en el bus, en la calle, enamorarse repentinamente de un amigo/a, de alguien a quien se admira, a alguien que se ama mucho. Y que así como viene, se va. La persona se baja del bus y se te mini rompe el corazón, y en unos minutos ya sólo es un recuerdo. Otros dicen que el enamoramiento es excepcional. Que pasa pocas veces en la vida, y cuando ocurre se sabe que está pasando. No hay experiencia igual. Que de pronto te das cuenta de que estás enamorado, y todo cambia; la forma en que se ve al mundo, como nos vemos a nosotros mismos. Cuesta enamorarse (en el sentido que no es algo automático, sino que requiere una interacción, un mínimo conocimiento del otro) y también cuesta des-enamorarse.

Yo me he enamorado una sola vez en la vida. Antes de esa vez, me gustó alguien. Pero no estaba enamorada. Y si quisiera delimitar la diferencia entre ambas experiencias creo no poder hacerlo; son demasiadas cosas distintas difíciles de definir. Pero creo que una de las mayores diferencias es que al estar enamorada hay una cuasi necesidad del otro. No en el sentido tóxico y dependiente, sino en el sentido de que la persona que amas te aporta algo, te entrega algo que si bien no es imprescindible, llegas a pensar que lo es. Pues es un sentimiento tan bello que, si bien sabes que puedes vivir sin él, no quieres. Pienso, además, que enamorarse plenamente necesita una reciprocidad. Claramente uno puede enamorarse de alguien que no te corresponde, pero el sentimiento resultante de ello no es tan grandísimo como es el enamoramiento mutuo, pues en este último hay dos explosiones, dos enamoramientos que se unen y se potencias. Si uno se enamora unilateralmente, por muy sincero que sea el amor entregado y sentido, una persona no es capaz de amar por los dos. Si así fuera no existirían todos los problemas de no correspondencia que existen.

Mejor puse a Silvio. Él es insuperable.

Y ahora a Niño cohete.

Y Silvio nuevamente.


Ando como hormiguita por tu espalda 
ando por la quebrada dulce de la seda 
vengo de las alturas de tus nalgas 
hacia el oro que se derrama y se me enreda. 

Tú te vuelves pidiendo el cielo 
apuntando a la luz con flores 
y como lazarillos son los sabores 
en tu jardín de anhelos.











lunes, 26 de febrero de 2018

estar

Era en Ensenada. Una amiga que conocía el sur me decía, cada vez que viajaba para allá, que fuera a Ensenada. Fui a tantas partes lindas allá en el sur que una más o una menos no eran tan relevantes. Siempre quería conocer más y más, independiente dónde, se llamara Ensenada o Cochamó o Tenglo o lo que fuera.

Hasta que un día fuimos. El viaje fue precioso. Había verde y azul en todos lados. El día estaba lindo así que además hacía calor. En todo el camino saqué muchísimas fotos. No podía decidirme entre el volcán Calbuco y el Osorno, y luego apareció uno detrás de este último; el Puntiagudo. Todos merecían fotos, pero ninguna lograba capturarlo. Menos aún con el auto en movimiento.

Llegamos a un camping lo más cerca del volcán Osorno que pudimos. Solo debíamos caminar unos metros para llegar directamente al lago Llanquihue. Apurados, armamos la carpa (primera vez que armaba una), ordenamos un poco todo y partimos al agua.

Llegamos. Era una playa pequeña, con solo unas cuantas familias, arena oscura y algo de viento. Pero el sol estaba "pegando" fuerte así que el viento no te hacía enfriar. Y ahí estaba. Sentía que podía tocarlo de lo cerca que estaba. El volcán Osorno justo frente a mí, sin ningún edificio, cable o elemento humano entremedio. Éramos solo nosotros, el lago y el volcán.

No esperé para entrar al agua. Los primeros pasos fueron sobre piedras, pero a medida que me adentré, poco a poco las piedras pasaron a ser pequeñas rocas, y finalmente arena. Y realmente era increíble estar viviendo eso. Nunca, jamás en mis 20 años yo había sido más feliz. Me reí. "¿Qué pasa, por qué te ríes?". "Porque estoy feliz. Mira esto. No puedo creer estar en un lugar así".

Realmente estaba exultante de felicidad. No me faltaba nada en aquel momento. Y no es que el lugar fuera bello solamente. He estado en muchos lugares bellos antes que no me habían logrado transmitir eso. Lo especial, lo emocionante de estar ahí parada (flotando) era sentir que yo era parte de eso. No estaba en un mirador viendo algo lindo, no estaba sacando fotos, no era una mera observadora. Yo me fundía con el agua, que estaba a una temperatura que no me permitía sentir frío. Nadaba, sentía el leve  oleaje, veía el volcán en frente mío, enorme e imponente como no he visto jamás otra cosa, y solo podía reírme de lo que estaba pasando. Y nadar, nadar, meterme bajo el agua, aguantar la respiración, saltar con las olitas que venían hacia mí. Es lo más lindo que he sentido en mi vida. No tengo palabras para explicar lo maravilloso que fue ese momento. Lo agradable del viento en mi cuerpo que, sin embargo, no era frío. El sol que calentaba pero no quemaba porque era tarde, como las seis. El agua que estaba fría para refrescar de ese calor, pero no lo suficiente para querer salirse del agua. La arena suave bajo mis pies. Y el volcán al lado tuyo. Con la persona que yo más amaba (amo, aún) en la vida, abrazada y riéndonos. Y yo estaba. Simplemente estuve ahí. Nada más importaba excepto ese momento y esa sensación y yo siendo parte de ese cuadro y ese momento. Nunca había sentido algo como eso. 

martes, 20 de febrero de 2018

todos somos feministas

No. No es tan simple. No basta con que digas "los hombres deben tener los mismos derechos que las mujeres". No. Esas imágenes que dicen que basta con querer igualdad para ser feminista. No, no, no. De se por eso, toda la sociedad (exceptuando algunos casos particulares que reconocen su machismo a viva voz) sería feminista. Que fácil, ¿no?¿cómo no nos dimos cuenta antes? Viva el feminismo, viva la igualdad, viva.

No.

Y no es que haya que saber la teoría -necesariamente- para ser feminista. No es que tengas que haber leído a Simone, a Judith Butler, a Emma Goldstein, a Dworkin o Millett para ser feminista. Si bien  el feminismo es en definición una postura académica, es también un movimiento social, político. La teoría no es nada sin práctica. Yo no abogo por la academización. Creo que insistir en la academia es una extrema simplificación para algo tan amplio como el feminismo. La doctora en género de la universidad de Yale puede tener menos clara la praxis feminista que una mujer sin estudios que participa en un colectivo.

Más bien, me molesta la trivialización del término. Me molesta que todos se adjudiquen el adjetivo de feminista. Independiente de todo lo demás. No, amiga, si estás en contra del aborto, no eres feminista. No, si piensas que no debería existir matrimonio igualitario, no eres feminista. No, si te parece que la biblia es un libro válido, amigo/a, no eres, de ninguna forma, feminista.

Hay que delimitar conceptos. No es que uno deba calzar exactamente en un molde para poder llamarse de tal y cual forma. No es que haya gente "más feminista" que otra, o que yo me crea con el poder de decir quién es o no feminista. No va por ese lado. Todo movimiento, partido político, religión, escuela filosófica, tiene necesariamente una definición y, por tanto, una delimitación. Un cristiano no es ateo porque los límites son lejanos y no se cruzan. Un conservador no es feminista porque, al igual que en el caso cristiano-ateo, los límites no tienen espacios comunes.

No es un molde, es una delimitación, que puede ser difusa y flexible, porque somos seres humanos, y vamos mutando, somos dinámicos, y no es posible que nos ajustemos a un concepto como lo haría un objeto inerte. Un refrigerador jamás va a exceder los límites de su definición. Nosotros lo hacemos constantemente. ¿Se llama eso inconsecuencia? No sé si haya que ser tan drástico. Digamos, mejor, que somos seres humanos, y que no nos atenemos a definiciones porque nuestra naturaleza misma lo impide. Pero ¿qué tan lejos podemos llevar eso? Porque debe haber un punto en que la naturaleza misma no nos excusa. "Hola, soy de derecha, pero creo en la socialización de los medios de producción": no tiene sentido.

"Hola, creo que la homosexualidad es una desviación, pero soy feminista". No.
"Estoy a favor de que el hombre sea la cabeza de la familia, en un ambiente sano, y soy feminista" No.
"La biblia es uno de mis libros guía, y soy feminista". No o o o.

No somos todos feministas. Basta de ese discurso.

viernes, 3 de noviembre de 2017

mente y lenguaje

encuentro que es poco atractiva la estética de la planilla para escribir acá

hay millones de cosas sobre las que escribir o hablar y es tan difícil encontrar una.

el lenguaje no entiende los códigos de la mente. Transformar un pensamiento, idea, construcción mental a palabras es complejo. Es (más) fácil cuando uno simplemente habla, habla, habla, y fluye lo que vas diciendo, como sin regulación. Y puedes agregarle énfasis, risas, gestos faciales, movimientos, alzar o bajar la voz, marcar palabras, gritar, susurrar, imitar. ¿Actuar? Pero sin pensarlo. O sí. Depende.

Ahora, escribir es más difícil. Para alguna gente, al menos. Otros tienen ese don que cuando escriben todo toma forma estable, reflejan bien lo que plantean, se defienden mejor en el mundo de la escritura. Un poco lo que me pasaba cuando era más chica. ¿Cuántos no teníamos facilidades o talentos cuando niños y desaparecieron con la edad? O quizás no desaparecieron, sino que ahora son acciones dificultosas, lentas, trabajadas. Ya no fluye. Es un camino más tortuoso (la palabra tortuoso suena mucho a un camino con muchas esquinas y piedritas).

Mil veces me ha pasado que pongo todas mis energías en escribir algo y lograr expresarlo en su totalidad. "esta vez lo haré bien", me digo. Y luego leo lo que escribí y no es eso. No, no, no es eso. O sea sí, un poquito, la sombra de lo que pasa en mi cabeza, un esbozo. Pero no es eso. A veces ni siquiera alcanzo a escribirlo porque me agoto de pensar el cómo. Cuando uno planea las cosas salen peor, aparentemente? Ahora no estoy planeando nada, y siento que me estoy dando a entender mucho más que otras veces en que le he puesto ganas y hasta empeño.

Es muy loco eso de que cada persona tenga características particulares. Son tan falsos todos esos estereotipos en los que a veces uno mismo trata de encajar intentando sentirse parte de algo. La esencia de cada uno es contradictoria y única. No hay reglas en nuestro carácter. Por eso es tan difícil entender(nos) al otro. A veces. No sé. Hay ocasiones en que uno habla y el otro te mira y dice "es increíble que me pasó exactamente lo mismo que a ti". Y le expresar lo que sentiste frente a ello y la otra persona te sigue la frase y es exactamente eso. Otras veces pareciera que uno (o el otro) transmite interminablemente, sin sentido, y sólo deseas que se calle. Me pasaba eso con una compañera en el colegio. Yo la quería (quiero) montones, pero una vez empezaba a hablar, solo quería escaparme. Porque su mensaje no me llegaba. Su sintonía me aletargaba. Y seguramente a otras personas les pasa lo mismo conmigo. Quiénes serán, jajaj.

Pero finalmente es eso. La mente indica  una cosa y cuando tratamos de expresarlo no siempre funciona. La expresión puede ser escrita, oral, gestual, dibujando, bailando, lo que sea. Es como esas veces que uno llora estando destruido por dentro, y se mira al espejo y se ve horrible; con la cara roja, hinchada, los ojos rojos, una mueca terrible, el pelo desordenado. Pero estás vestida, con ropa limpia, aros puestos. Arreglada antes de que ocurriera esa tragedia que nos hace llorar. Y te sientes tan mal de saber que en el momento en que te vestiste y arreglaste todo estaba tan  bien y no lo disfrutaste que lloras más. Porque no estabas llorando lo suficiente y el dolor es enorme.

Soy una persona buena para llorar. Hay tantos tipos de llanto y significan tantas cosas increíblemente distintas. Ese llanto en que estás escondido, no quieres que te oigan, te tratas de aguantar, y una pena, un peso enorme se posiciona en la garganta. Y no puedes soltarlo porque si lo haces explotas y no quieres que te oigan.
El llanto explosivo, donde no importa nada, da igual que te escuche todo el mundo, de hecho desearas que lo escuchasen, para gritarles qué tienes, para desahogarte de lo pésimo que está todo. Creo que ese pasa pocas veces.
Llorar de cansancio o estrés. Da igual que te vean, ojalá no, pero no es el objetivo. Es para botar un poco de la energía retenida. Lloras despacio, y se acaba en paz también. Ni siquiera te pones rojo, y a menos que te vean de cerca no se nota. Lo mismo con el llanto de pena. Es un llanto que puede desarrollarse casi en paz, la gente te mira y piensa "pobrecita", pero no es tan grave para pararse a preguntarte si necesitas algo. Y uno lo agradece, porque no es necesario.
O el llanto que nace cuando uno va hablando y se vuelve parte de lo que dices. Casi no notas como empezaste a llorar diciéndole o contándole algo a alguien.

Y hay un montón de gente que apenas llora. Para mí, una persona que llora unas 4 veces por semana como mínimo, cualquier persona que llore una vez a la semana o una vez al mes es alguien que apenas llora. Y algunos lloran aún menos! No conozco esos terrenos así que no puedo siquiera analizarlo.

Siento que soy demasiado autorreferente para escribir. No me gusta (esa es otra autorreferencia xd)

La mente posee esquemas. Agrupaciones abstractas dinámicas y que ayudan a clarificar lo que vemos y entendemos (o lo que no). Y el código de la mente es tan difuso que no es como un cuadradito con líneas que lo conectan con otros. No es así de simple. Es un conjugado, una masa, un enredo de no sólo líneas y cuadraditos, sino figuras, cuerpos, recuerdos, clasificaciones, conocimiento académico, creencias, valores, configuraciones que van más allá de una definición o concepto que podamos aplicarle. Lo que nos pasa, los estímulos y no-estímulos que recibimos se traducen en aferencias que luego se almacenan (o no) en la cabeza, interpretamos, almacenamos, modificamos, usamos, desechamos, analizamos, mantenemos. Me equivocaba; el lenguaje sí puede reflejar a la mente, pero sólo su área. Solo la parte de la mente que, valga la redundancia, es codificable como lenguaje. Pero sabemos que todo eso que pasa en nuestra cabecita no es solo lenguaje. No está "escrito"en esos términos. ¿Por qué, sino, no somos capaces de explicar ciertas cosas?¿Cómo sería si pudiésemos?¿Si nuestra capacidad de comunicación excediera el  lenguaje (incluidas sus diversas formas)?¿Es no poder expresarse algo inherente a ser personas distintas?¿Si todos pudiesen comunicarse todo lo que ocurre en sus mentes no seríamos un todo?¿O se mantendrían las diferencias individuales?

La mente no es un esquema. Me equivoco en eso también. La mente no se retiene a nuestros conceptos. La mente son neuronas de mierda haciendo sinapsis, excitándose e inhibiéndose, liberando neurotransmisores, generando más dendritas o eliminando otras. Es muy chistoso porque finalmente la mente no es nada tan complejo. Abstractamente obvio que sí. Es complejísimo. Pero en términos prácticos y descriptivos...¿qué es?¿mente=cerebro? No, no es igual. Cuando un médico tiene un cerebro en sus manos ¿tiene una mente? Siento que no, pero a la vez que sí. ¿Cuando nombro la mente es como cuando otra gente habla del alma?¿O la conciencia?¿O el carácter? Tengo la tentación de buscar en google pero quiero ver qué opino yo primero.

me encanta como suena el teclado

Es que, no, no es lo mismo. Yo pienso que no porque si cerebro=mente, cualquier injuria al cerebro desencadenaría un daño mental, y viceversa; cualquier daño mental generaría un daño físico al cerebro. Creo que no siempre es así.

?

estoy terrible de perdida. me perdí yo misma y me estresé. voy a google.

ahí les cuento (tal vez). les dejo una canción. besos


martes, 31 de octubre de 2017

small talk

Voy a ir directo al grano: me parece muy, muy, muy loco como vive la gente que me rodea. Sus prácticas, pasatiempos, relaciones. Me parece impresionante, por ejemplo, cuando después de una semana entera de clases, e incluso de certámenes, el viernes en la noche salgan a carretear ??'?'45865??'0)(7//)/UT%$IO?? Yo a media semana ya estoy agotada y solo quiero mi cama y estar sola. No solo me cansa levantarme temprano, estudiar, hacer trabajos: me agota mucho, muchísimo, la interacción con el resto del mundo. Conversar, saludar, preguntar cosas rutinarias o por educación, buscar un tema para que calce. En inglés le llaman "small talk". En español no sé si existe un término, pero yo podría definirlo

interacción entre dos o más personas no necesariamente cercanas o íntimas, en situaciones cotidianas en las cuales se establecen diálogos innecesarios pero socialmente esperados, con el objetivo de evitar un silencio entre las partes, iniciar futuras relaciones o distracción.

¿No? No sé, eso me parece a mí. Y no es que "small talk" signifique que el tema sea superfluo o poco relevante (no por lo menos en mi definición). Pueden comenzar a hablarme de filosofía o astronomía y me seguirá pareciendo una práctica extraña y totalmente innecesaria. Por eso suelo usar audífonos, saludar desde lejos, sin necesidad de ese molesto beso en la mejilla, no asistir a eventos sociales, almorzar sola.

No voy a mentir; a veces esa "small talk" puede volverse interesante.A veces compartir tiempo con el resto resulta bastante agradable. Y con ciertas personas, extremadamente agradable, incluso deseable. Quisiera saber cómo diferenciar aquellas charlas/interacciones que no me hacen querer huir y las que sí, ¿qué característica las delimita? Me lo he preguntado muchas veces. Pero por ahora lo único que es medianamente plausible es que es algo que depende de la misma esencia de la persona. Que es nada y todo a la vez; la combinación de lo que tienen y lo que no.

Yo siempre me identifiqué como introvertida. Aún sin conocer el término sabía quién era. Siento que soy una persona que se conoce bastante a sí misma, cosa aparentemente muy difícil de lograr, o por lo menos eso decían los filósofos griegos más rankeaos. Yo sé mis límites, lo que quiero y mis reacciones. Y siempre supe que la gente me agotaba luego de un tiempo. Que las fiestas, los carretes, el aniversario del colegio, los juegos grupales, los trabajos con mis compañeros, los cumpleaños, eran eventos en general no deseables. Siempre me extrañó que al resto le pareciesen tan atractivos, dignos de expectación y que disfrutasen tanto en ellos. Pero no lo analizaba más allá, simplemente lo tomaba como un hecho. "El resto es así y algunos no".

Y eso es todo. No hay muchas explicaciones o trasfondos tras eso. Excepto algo de lo que solo hace poco soy consciente: no hay tantos introvertidos como extrovertidos (y algunos introvertidos se esfuerzan por volverse extrovertidos, generando que parezcan aún menos), y que el mundo no está hecho para los introvertidos.

Y no estoy inventando ni dándole color a ninguna de las dos afirmaciones. Por lo menos lo que yo he leído del tema afirma que hay 1/3 de introvertidos. Pero también he leído en otras partes que es el 50%. La verdad es que, según mi opinión, los introvertidos son menos que los extrovertidos. O tal vez es que 1. Suelen figurar menos, se subestima su número 2. Muchos insisten en tomar conductas extrovertidas puesto que es lo más "aceptado".

La segunda afirmación es más subjetiva y tiene más que ver con vivencias y observación que con bibliografía leída. Aún así, pienso que no estoy errando al afirmar que el mundo no se acomoda a los introvertidos. La sociedad, el trabajo, las relaciones, proyectos, se construyen en torno a la figura de los carismáticos. Cuantas veces no he escuchado en el colegio, universidad, familia, medios de comunicación, y un infinito etcétera:
 "El mundo no es de las personas que sacan buenas notas o tienen promedios perfectos. En los trabajos y universidad buscan personas que sepan trabajar en equipo y tengan habilidades blandas. Nadie busca a un buen alumno, se busca a los integrales"
Recuerdo que muchas veces lo dijeron en el colegio. Lo decían buscando animarnos, aparentemente, pero en mí generaba (y genera, aún) una sensación de intranquilidad. Yo era esa de las buenas notas y pocas habilidades blandas. Que sacó excelentes notas pero que no salía nunca, odiaba trabajar en grupo, tenía pocos amigos y solo hacía eso; sacar buenas notas. No deporte, no arte, no pololeo, no alumna integral o mejor compañera.

Y me ha costado. Suelo agotarme, querer dormir y escaparme a mi espacio. Porque el mundo es extrovertido. Sin hacerse la víctima, sin exagerar; es así. Todo es extrovertido.

Me cansa el resto. Quiero estar con mis amigos, mi familia, con gatitos y perritos y no forzar comunicaciones. Que fluyan las cosas.

Me gustan las relaciones en las que no existen los silencios incómodos. No porque no hayan silencios, sino porque estos no son incómodos. Y me cuesta lograrlas

Acabo de escuchar una canción muy linda. Más que la canción la letra. Que bonito es estar sola y escuchar musiquita


Hoy te busqué
En la rima que duerme
Con todas las palabras
Si algo callé
Es porque
Entendí todo
Menos la distancia
Desordené átomos
Tuyos para hacerte
Aparecer
Un día más, un día más
Arriba el sol
Abajo el reflejo
Ve cómo estalla mi alma
Ya estás aquí
Y el paso que dimos
Es causa y es efecto
Cruza el amor
Yo cruzaré los dedos
Y gracias por venir
Gracias por venir
Adorable puente
Se ha creado entre los dos
Cruza el amor
Yo cruzaré los dedos
Y gracias por venir
Gracias por venir
Adorable puente
Cruza el amor
Cruza el amor
Por el puente
Usa el amor
Usa el amor
Como un puente